Juan Martínez Montañes, o el Dios de la madera
Escultura barroca en el Bellas Artes de Sevilla (Noviembre 2019-Marzo 2020)
El subtítulo de esta exposición es “Maestro de Maestros” y ello es verdad, puesto que no hay que olvidar que su arte fue heredado por escultores como Juan de Mesa o Francisco Antonio Ruiz Gijón, autores de los cristos del Gran Poder o del Cachorro que podemos contemplar en las procesiones de la Semana Santa sevillana.
Pero nuestro protagonista de hoy es el llamado ya en su tiempo “Dios de la Madera”. Juan Martinez Montañés nació en un pueblo de Jaén en 1568. En aquel tiempo el centro artístico más importante del sur de la Península era Sevilla, así que Juan Martínez se dirigió a la capital andaluza para trabajar en sus esculturas. Aquí podía tener numerosos encargos de los conventos e iglesias que inundaban la ciudad. Sus esculturas religiosas son esplendidos ejemplos de naturalismo y realismo. Los San Juan Evangelista, San Juan Bautista, Inmaculada Concepcion, Cristos y Niños Jesús aun hoy 450 años más tarde nos sorprenden por su calidad y maestría, no nos extraña por tanto que ya en su época lo consideraran el “Dios de la Madera”.
A partir de estos días tenemos una magnífica ocasión de ver reunidas 57 de sus mejores obras en una exposición del Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Por qué la madera
En Italia las esculturas se realizaban sobre todo en mármol, ello se debía a la abundancia de este material en el país. Las mejores esculturas de Miguel Angel o Bernini fueron hechas en un precioso mármol blanco.
Sin embargo en la Península ibérica se trabajó originalmente en terracota o barro cocido, en este material esta hecho el San Jerónimo de Pietro Torrigiano del Museo de Bellas Artes, un escultor italiano, colega de Miguel Angel, que introdujo el naturalismo en España pero que usó un material local como el barro cocido.
Poco a poco se pasó a la madera, que permitía esculpir con un detalle mayor y era un material más resistente, no tan pesado como el mármol, de peso más moderado y que permitía llevar estas esculturas en procesión. Unas procesiones religiosas que empezaban a popularizarse en estas tierras.
Qué es el estofado y el policromado
Las esculturas de madera se estofaban y policromaban. El estofado es una técnica que consiste en aplicar a la madera pan de oro (también pan de plata o de cobre), unas láminas del metal que imprimen esta tonalidad dorada sobre las superficies en las que se pone. A continuación, con diferentes pigmentos se cubren esas láminas, y finalmente mediante el raspado de estas últimas capas, se hacen dibujos y se colorea (policromado) dejando al descubierto el oro subyacente. Como podéis imaginar es un procedimiento muy caro pero de un resultado brillante y de gran riqueza cromática y artística.
Normalmente el escultor no se ocupaba de esta etapa sino que lo llevaba a cabo otro artista. A menudo las esculturas de Montañés fueron policromadas y estofadas por Francisco Pacheco, pintor, escritor y maestro, más conocido por ser el suegro de Diego Velázquez.
Cuáles fueron las mejores esculturas de Martínez Montañés
Sus obras más importantes en la escultura barroca andaluza las podemos ver en la exposición de Bellas Artes.
Siempre se consideró una de sus obras cumbre el Cristo de la Clemencia. Lo hizo para el Arcediano Vazquez de Leca, un rico religioso que lo mandó realizar para su devoción personal. Con el tiempo pasaría a estar expuesto en la Catedral de Sevilla. Esta escultura de 1.80 metros, de detalles asombrosamente exactos que nos muestran los músculos y venas de un Cristo Crucificado, fue un modelo a seguir por todos los escultores de las generaciones posteriores.
No hay que olvidar su otra obra clave, la llamada Cieguecita. Es esta una escultura que representa a la Inmaculada Concepcion, de 1.64 m de altura. Sus ojos de mirada baja y modesta que le dan una impresión de estar ciega son el origen de su apodo. Esta escultura fue rápidamente famosa por su gran belleza y delicadeza. Su rostro sereno y las proporciones armoniosas la hacen una de las obras más logradas de su autor. La Inmaculada fue un tema muy repetido tanto en pintura como en escultura, se acompaña de sus elementos habituales como la corona de doce estrellas, el manto azul, la pisada sobre la luna creciente o las cabezas de angelitos a sus pies que la impulsan hacia el cielo.
Pero Montañés también trabajó para los monasterios sevillanos más influyentes de la época. Para San Isidoro del Campo, un monasterio jerónimo a las afueras de Sevilla hizo un espléndido retablo en el que se encuentran las esculturas orantes de Guzmán el Bueno y su mujer Maria Alonso Coronel, fundadores del monasterio medieval. También San Juan Evangelista y un sorprendentemente realista San Jerónimo Penitente.
El Niño Jesús de la iglesia del Sagrario, el Cristo de Pasión o el San Cristóbal del Salvador se cuentan igualmente entre sus obras maestras.
Velázquez y Montañés, artistas contemporáneos
Entre los artistas contemporanéos del escultor están el escritor Cervantes y los pintores Rubens o el propio Velazquez.
Tenemos la suerte de tener un retrato de Martinez Montañés hecho por este último. El pintor algo más joven que el escultor trabajaba en Madrid para el rey Felipe IV pero el hecho de ser de la misma ciudad, Sevilla, y que fueran ambos artistas y frecuentaran los mismos círculos, llevó a que en 1635 realizara un retrato del “dios de la madera” aprovechando que el escultor fue llamado a la Corte para realizar un busto del rey que se quería enviar a Florencia. Ese busto seria luego la base para la estatua de Felipe IV que adorna la plaza de Oriente de Madrid.
Epidemia de peste de 1649
La catastrófica epidemia de Peste Negra de este año se llevó la vida de casi la mitad de los sevillanos y entre ellas la de Montañes, que tenía ya 81 años.
En su larga vida nos dejó asombrosas esculturas de altísima calidad. Por suerte las podemos contemplar hoy todas juntas en esta interesante exposición que tiene sus puertas abiertas hasta el 15 de marzo de 2020.
¡No os la perdáis!