La Sevilla de los Árabes
Durante casi 700 años Sevilla fue una de las ciudades más importantes del mundo. Vivió una etapa de gran esplendor en tiempo almohade y el paso de su gente dura hasta la actualidad. En este artículo repasamos los monumentos árabes y musulmanes más importantes que han perdurado en el tiempo.
La Giralda y sus alrededores
El antiguo alminar (La Giralda) se ha convertido en el icono de la ciudad. Con la conquista de los cristianos fue reconvertida a torre campanario pero su pasado como alminar es claramente palpable. Decorada de una manera sobria pero bella, en su momento pintada de rojo, era el faro que guiaba a la ciudad.
Antes de pasar al patio de los naranjos nos encontramos con varias puertas de estilo árabe y de arcos de herradura. De todas ellas destaca la Puerta del Perdón. Está reformada en etapas posteriores pero a la luz, en el intradós, quedan unas yeserías almohades muy destacables.
Ya dentro, el Patio de los Naranjos arroja a la luz un par de bóvedas compuestas por una serie de arcos de herradura. En su origen todo el patio lo componía esta construcción pero con la llegada cristiana se fue derruyendo para adaptarlo a la catedral por construir.
La Torre del Oro y la Torre de la Plata
La Torre del Oro, otro de los lugares emblemáticos de Sevilla, se situaba adelantada a la muralla y era el bastión defensivo del Río Guadalquivir. Protegía el acceso por río, el arenal y servía de Torre Almenara, era uno de los pilares de la ciudad.
Unida por un paño de la muralla árabe se situaba la Torre de la Plata (C/Postigo del carbón). En la actualidad está mucho más escondida y es mucho más desconocida que su hermana la Torre del Oro. Cumplía la función de control de acceso por el Postigo del Carbón y “el Arenal”. Junto con su hermana, era la defensa del arenal y de la entrada hacia el oeste del Alcázar.
Los Reales Alcázares
Tanto sus exteriores como sus interiores dejan al descubierto la importancia de Sevilla en época Árabe. Sus exteriores son sencillos, sin ornamentos, pero monumentales. Se situaba entre dos cauces, el Guadalquivir y el Tagarete, lo que le confería una posición estratégica.
Su construcción y ampliación perduran a lo largo de la etapa musulmana en Sevilla y se demolerán edificios previos para crear nuevos núcleos de habitaciones y jardines. Este espacio será el centro neurálgico del poder y las decisiones en la etapa almohade.
Destaca la influencia árabe en sus jardines llenos del cantar del agua y de los dibujos formados por la vegetación. Además, las dependencias arrojan una belleza y un cuidado de los detalles asombroso. Entre todas las habitaciones destacan la Sala de Justicia, el Patio del Yeso, el Patio de las Doncellas así como el antiguo salón Al-Turayya.