Historia de Sevilla 5. La Sevilla renacentista (siglo XVI)
Bienvenidos a la Sevilla renacentista. El 13 de agosto de 1568 se ha colocado con gran esfuerzo una colosal escultura de bronce de 4 metros en lo alto de la torre mayor. Es una figura femenina que representa el Triunfo de la Fe católica. Lleva una palma en la mano derecha y un estandarte en la izquierda. Cervantes la llamará La Giganta de Sevilla. Es además una veleta, por lo que a 100 metros de altura divisa toda la ciudad y lo que ocurre en sus más remotos rincones.
El río y sus barrios en la Sevilla renacentista
El rio Guadalquivir recibe anualmente la Flota de Indias, de Nueva España, hoy México, y de Tierra Firme, el Perú. Las carabelas tardan tres meses en llegar de América y tres días con suerte en remontar el rio con ayuda del viento y las mareas. Atracan en la Torre del Oro e inundan la ciudad de plata, que, atravesando el Postigo del Carbón, una pequeña puerta en la muralla, se convierte en dinero contante y sonante en la cercana Casa de la Moneda. Esta es una fábrica y ciudadela entre el rio y el palacio real que es la envidia de todas las ciudades de España. No todos tienen derecho a fabricar dinero.
El portuario barrio del arenal se desarrolla en esta época, con sus astilleros para reparar naves, su incesante actividad de toneleros, herreros, fabricantes de sogas, almacenes de pescado y el monte del Malbaratillo, una suerte de mercadillo donde se compra y vende de todo. Pero también está el arrabal de Triana con su siniestro castillo de san Jorge a la entrada, sede de la Santa Inquisición. Es un barrio en ebullición, sobre todo de marineros y ceramistas que usan la arcilla de las orillas del rio para fabricar en sus alfares los cuencos, vasijas y cacharros cerámicos.
Un italiano llamado Niculoso Pisano llega a la Sevilla renacentista, concretamente al barrio de Triana hacia 1498 y revoluciona la técnica cerámica con una técnica para pintar sobre azulejo plano. Hasta ahora solo se hacia a la manera árabe, tipo alicatado o con ese relieve llamado de arista que tenía la función de separar los colores. Desde que Micer Nicolas ha llegadoa Sevilla con su novedosa idea hemos multiplicado los motivos y dibujos de nuestra bella cerámica.
Esta Sevilla renacentista no es la capital del reino, pero a causa de su esplendor cultural ya la llaman la Nueva Roma. Y en sus bellos palacios como la Casa Pinelo, el Palacio de Dueñas y la Casa de Pilatos, la aristocracia sevillana se dedica al coleccionismo de antigüedades, a las obras de Caridad y a las tertulias literarias y artísticas.
La magna Catedral
Iglesias y palacios proliferan en la Sevilla renacentista pero destaca sobre todo la magna Catedral, recién inaugurada en 1507 y que puede presumir de ser de las más grandes del mundo. Este templo gótico construido a lo largo del siglo XV no quiere prescindir de los nuevos aires que vienen de Italia. Y en estilo renacentista hace la Sacristía Mayor y la sorprendente Sala Capitular, donde se reúne el cabildo catedralicio. Esta sala de reunión ha tenido su arquitecto la brillante idea de hacerla elíptica, con lo que cuenta con una excepcional acústica.
El mismo arquitecto, el cordobés Hernán Ruiz, es el autor del cuerpo superior de campanas de la torre en cuya cima está el Giraldillo. Hay 24 campanas dedicadas cada una a un santo, jarras de azucenas en las esquinas representando la pureza de la Inmaculada Concepción y arriba testigo de excepción estoy yo, que triunfo victoriosa en estas luchas religiosas que tristemente inundan Europa hace años. El musulmán y el hebreo, hace años que abandonaron nuestras tierras, pero el catolicismo desde Roma y con España como su paladín principal, tiene un nuevo enemigo, el protestantismo.
Y a combatirlo dedican todos sus esfuerzos, desde la todopoderosa Inquisición que vigila cada movimiento, hasta los artistas, que empezaran a decorar cada vez más las iglesias con figuras religiosas, para convencer a un pueblo que ellos son la verdadera Fe. Entre estos artistas que propagan la fé con sus bellas imágenes de santos y vírgenes destacamos a Alejo Fernandez, a Luis de Vargas, Pedro de Campaña, Hernando de Esturmio y Pedro Villegas Marmolejo.
Muchos de ellos son extranjeros, han venido de Flandes y otros lugares del norte de Europa atraídos por la riqueza de la Sevilla renacentista y la oferta de trabajos artísticos en la ciudad. No solo pintores y escultores, también en estos años Sevilla se llena de comerciantes. Las calles que circundan la Catedral son recuerdo de sus orígenes como Alemanes, Francos o Placentines (de Plasencia).
Y no puede faltar una imprenta, la más famosa en Sevilla es propiedad del alemán Cromberger. Seguro que uno de sus clientes es Hernando Colon, hijo del descubridor y uno de los hombres más cultos de Europa, quien posee una magnifica biblioteca de 40.000 volúmenes. Será luego llamada la biblioteca colombina que aun se conserva en la Catedral de Sevilla.
La Casa de la Contratación
El monopolio de Indias en la Sevilla renacentista no es ninguna tontería. La Casa de Contratación fundada por Isabel la Católica en 1503 es la que toma todas las decisiones respecto al recién descubierto nuevo mundo. Tendrá que ocuparse de cobrar el quinto real de todas las transacciones comerciales, tendrá que dar los permisos para ir al nuevo mundo, tendrá que organizar los estudios náuticos y también organizara todas las expediciones de exploración más allá del océano.
Su cargo máximo es el de Piloto Mayor. Por cierto, un italiano llamado Americo Vespucio, navegante y cartógrafo ocupo este cargo de 1508 a 1512. Con el tiempo y con algo de suerte tendrá el honor de que el nuevo continente se llame como él: América.
Pero sin duda uno de los mayores logros de la Casa de Contratación es haber organizado la expedición de un portugués, Fernando de Magallanes. Su aventura que comienza en Sevilla como capitán al mando de 5 naves para buscar las ansiadas especias en las antípodas de España, terminará de manera gloriosa tres años mas tarde tras haber efectuado la primera vuelta al mundo. Eso sí, su capitán pereció en Mactan (Filipinas) y los 18 supervivientes han vuelto a duras a penas a Sevilla en 1522 a bordo de la nao Victoria y al mando de Juan Sebastián Elcano. Se puede decir sin dudar que ha sido la mayor hazaña marítima del siglo XVI.
Cervantes en la Sevilla renacentista
Esta ciudad de Sevilla en el Renacimiento alcanzará los 150.000 habitantes.
La ciudad de las luces, cultura y riqueza también tiene su parte sombría, donde la mayoría de los sevillanos están hacinados en condiciones poco higiénicas dentro de una muralla construida en época islámica y que si aun se conserva es por proteger la ciudad de las temidas epidemias y de las frecuentes inundaciones del Guadalquivir. El rio entra en la ciudad por varias zonas, la principal es la de la Alameda, una autentica laguna, de manera que a final del siglo XVI el conde de Barajas ha mandado desecarla y hacer allí el primer jardín publico de toda Europa. Eso no ha impedido que las riadas sigan castigando a la ciudad cada pocos años.
Es una ciudad la Sevilla renacentista en la que abundan pícaros y maleantes como tan bien retrata Cervantes en su «Rinconete y Cortadillo» que tenían su cuartel general en el patio de Monipodio. Nombres que han pasado a ser parte de la literatura universal.
Y es que Cervantes ha conocido la Sevilla renacentista de primera mano. Está en la ciudad con la intención de marchar a Indias pero no ha obtenido el permiso correspondiente, quien sabe si hubiera escrito el Quijote de haber conseguido la autorización de la casa de la Contratación. Se ha quedado en Sevilla, y le ha dado a tiempo a escribir sobre los pícaros de la ciudad, a ensalzar la figura de la Giralda y la bella escultura que la coronaba y a pasar temporalmente por la cárcel a causa de un turbio asunto mientras ejercía como recaudador de impuestos.
Una cárcel llamada Real que se situa al comienzo de la calle Sierpes, ya entonces la principal vía comercial de Sevilla. A pocos metros está el recién construido convento de san Francisco, hoy Ayuntamiento, donde Diego de Riaño ha labrado la bella fachada en estilo plateresco, fino trabajo, más propio de orfebres y plateros que de artistas de la piedra. Esa esla plaza más importante de la ciudad y allí se celebran desde corridas de toros a autos de fe, ambos con gran éxito de público siempre deseoso de novedades y fiestas.
El otro gran festejo amado por el pueblo esel teatro, pero este se desarrollaba en lugares específicos, llamados corrales de comedias. Hay por toda la ciudad, el Corral de Doña Elvira, el del Conde, el Coliseo, en el mismo recinto del Alcázar. Algunas voces puritanas claman contra el teatro por amoral y agitador social, pero nunca podrán erradicarlo debido al enorme apoyo popular. Cervantes, Lope de Rueda y otros famosos dramaturgos estrenan sus obras en Sevilla.
La Boda del emperador
Pero sin duda el gran espectáculo del siglo ha sido la boda del emperador Carlos, que ha elegido la Sevilla renacentista para casarse en 1526.
Su prometida era Isabel de Portugal, prima carnal, por lo que hubieron de tener una dispensa especial del papa para celebrar la unión. Como de costumbre ha sido un matrimonio arreglado pero la leyenda romántica de Sevilla quiso que fuera un amor a primera vista en el momento en que se conocieron. Lo hicieron el día antes de la boda en los reales Alcázares y según cuentan el emperador no pudo esperar al día siguiente y llamó al arzobispo que ya estaba en cama para que los casara inmediatamente en privado y así santificar su unión.
Los jardines del Alcazar que tenemos hoy son en gran parte producto de aquella gran celebración. Y así los ensalzaría el italiano Andrea Navaggero. Años más tarde el hijo de ambos, el monarca Felipe II mandará decorar la sala de Fiestas del Alcazar, donde se había celebrado el banquete, con estos bellos azulejos de Cristobal de Augusta en homenaje al matrimonio de sus padres.
Sevilla es capital de facto de un imperio en que no se pone el sol, las posesiones americanas se completan con las Filipinas al otro lado del mundo, las italianas y desde 1580 hasta 1640 también Portugal que ha sido incorporada por una herencia a los dominios de Felipe II y que recuperaría su independencia a mediados del siglo XVII.
Pero ese esplendoroso siglo XVI sevillano sería en gran parte un espejismo. Las sucesivas bancarrotas de la corona, la mengua del metal americano y las hambrunas e inundaciones sumirían a la Sevilla del Renacimiento en una crisis casi endémica. No obstante, la semilla artística plantada en el siglo XVI arraigó y a pesar de las dificultades, el siglo XVII sería de gran esplendor para el arte y la cultura como veremos en el próximo capítulo de Sevilla History Lovers.
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Y no te olvides de nuestras mujeres ilustres en la Sevilla renacentista. Un buen ejemplo fue Catalina de Ribera https://youtu.be/Dj2O0PceHlo. Aqui tienes un pequeño vídeo ilustrativo.