5-7 lugares imprescindibles para ver en Sevilla
Sevilla destaca por ser una de las ciudades con más encanto de España. Famosa por sus contrastes. Su gastronomía es selecta pero sencilla. Su arquitectura enamora por sus grandes monumentos pero también por sus pequeños rincones. La gente de Sevilla es tradicional pero abierta, amante de sus costumbres pero encantada de acoger las nuevas tendencias. El encanto de Sevilla reside en estos contrastes y te vamos a enseñar una serie de lugares imprescindibles que te ayudarán comprenderlos y a enamorarte de ellos como un sevillano más.
1. La Giralda y la Catedral de Sevilla
Ubicada en pleno centro de la capital es, probablemente, el faro que guía a la ciudad. Se erige justo en el enclave de la antigua mezquita, lo que hace que sea única. La Giralda fue el alminar de la mezquita que se reconvirtió a la torre campanario. La clave de su belleza está en la combinación perfecta de elementos musulmanes y cristianos. A sus pies se encuentra el patio de los naranjos. Integrado perfectamente en la catedral, tiene su origen también en época árabe.
Este complejo monumental, situado en pleno centro (y a su lado: el archivo de indias), es de indispensable visita. No puedes irte de Sevilla sin haber subido a la Giralda y visitado la Catedral. La entrada general ronda los 9 euros.
2. La torre del Oro
A escasos 5 minutos andando de la Giralda se sitúa el segundo monumento más importante de la ciudad. La torre del Oro tiene un carácter opuesto al de la Giralda. Se puso en pie como torre defensiva en época árabe y cuenta la leyenda que sirvió como almacén del Oro que venía de las américas. Esta leyenda está desmentida, el origen real de su nombre viene del color que poseía en su tiempo y de su reflejo brillante en el río. Aún así es uno de los monumentos más característicos de Sevilla y suele fotografiarse junto con la Giralda de fondo, dejando una de las estampas más bellas de España.
3. Los Reales Alcázares
Es el palacio real en activo más antiguo de Europa. Se ha llegado a datar su origen en tiempo de la Hispalis romana. Fue readaptado en período musulmán y cristiano. Destaca por una multitud de jardines y fuentes con una belleza y una paz incomparable. El sonido y la imagen del agua está siempre presente y sus dependencias están completamente integradas con los jardines. Un paseo por el alcázar es algo totalmente obligado y que te transportará a un rincón completamente diferente del mundo, un rincón en el que no hay casi preocupaciones y la paz se puede respirar.
4. La Plaza de España y el Parque de María Luisa
La plaza de España es un elemento clave de Sevilla, construida para la exposición iberoamericana del 29 en pleno parque de María Luisa es un espacio destacado que impresiona a la gran mayoría de sus visitantes. Es una plaza flanqueada por un edificio semicircular y con un pequeño canal de agua circular en cuyo centro está la plaza en sí y la fuente. Existen barcas que permiten ir por el lago, cosa que no deja de ser interesante. Además, su visita junto con un paseo por el parque de María Luisa siempre dejan un buen sabor de boca.
5. La Alameda de Hércules
A unos 15-20 minutos andando de la Catedral se esconde el lado bohemio, joven y diferente de la ciudad. La Alameda destaca por su cantidad de bares, restaurantes y zonas de ocio además de por las 4 columnas (2 a cada lado) que la guardan. Es un sitio de reunión, una zona de ocio, libertad y buen ambiente, donde en cualquier sitio se puede comer y pasarlo bien sin dejar de lado toda la historia.
6. El Puente de Triana y el barrio
Al otro lado del guadalquivir se encuentra uno de los barrios sevillanos con más personalidad. Nacido como barrio de pescadores, obreros y alfareros se ha convertido en un lugar de referencia puesto que ha sido lugar de nacimiento de múltiples figuras del toreo y del flamenco. En el paseo por el barrio resulta clave visitar la calle Betis y callejear por las pequeñas calles perpendiculares. La mejor manera de llegar a Triana es cruzando el Puente de Triana (Puente de Isabel II). Este puente del siglo XIX vive su momento de esplendor en Semana Santa, donde el paso de cofradías por él genera una estampa increíble.